Las dos abuelas, Marta Zaffaroni, en Brasil, y María Ester Gatti, en Uruguay, participaron activamente de la búsqueda de Mariana junto a las Abuelas de Plaza de Mayo. Durante sus investigaciones se enteraron de que María Emilia estaba embarazada de tres meses al momento de su secuestro.
En mayo de 1983, Abuelas publicó una solicitada en el diario Clarín pidiendo solidaridad con la búsqueda de la niña y 20 días después la organización brasileña Clamor (Comité de Defensa de los Derechos Humanos del Cono Sur les informó que tenían una denuncia: la niña había sido apropiada por Miguel Ángel Furci, represor del centro clandestino Automotores Orletti y agente de inteligencia, y su esposa Adriana González, quienes la habían anotado con otro nombre y otra fecha de nacimiento.
Pasaron dos años hasta que un juez aceptó el caso y ordenó los análisis genéticos, pero el matrimonio se fugó con la niña. En 1989, en secreto, volvieron a Buenos Aires. La Abuela María Ester se enteró y se reunió con Furci para intentar llegar a un acuerdo, pero no fue posible. A los pocos días Furci y González se fugaron otra vez con la nena y recién pudieron ser localizados en 1991.
El examen genético confirmó que Mariana era hija de Emilia y Jorge. En 1993 la justicia le restituyó su verdadera identidad. Sus padres y su hermano/a que debió nacer en cautiverio continúan desaparecidos.