10 de diciembre de 2014
En el Día de los Derechos Humanos, las Abuelas de Plaza de Mayo estamos reunidas para compartir la feliz noticia de que el hijo de Ana Rubel y Hugo Alberto Castro recuperó su identidad. Como ya es de público conocimiento, el jueves 4 de diciembre último el joven que dos meses antes se había presentado en Abuelas de Plaza de Mayo con dudas sobre su identidad supo que efectivamente era hijo de desaparecidos. Hoy nos encontramos para brindar más detalles sobre esta nueva historia alumbrada por la verdad.
Los padres
Como ya ha trascendido, Ana nació el 27 de julio de 1949 en Resistencia, Chaco. Estudiaba Ciencias Económicas y trabajaba en el Laboratorio Bagó. Hugo nació el 1° de septiembre de 1951, en San Isidro, provincia de Buenos Aires. Era maestro mayor de obras y estudiante de Arquitectura. Ambos militaban en las FAL.
Hugo fue secuestrado el 15 de enero de 1977 en la vía pública cuando iba en su auto. Dos o tres días después, miembros del Ejército detuvieron a Ana en su domicilio de Villa Crespo, Capital Federal. La pareja permaneció en algún centro clandestino de detención dependiente de esa fuerza hasta que Ana fue trasladada a la ESMA, donde dio a luz a su hijo sietemesino con un peso de menos de dos kilos. Las sobrevivientes Sara Solarz de Osatinsky y Alicia Milia presenciaron el parto que fue atendido por un médico de la ESMA. El niño fue separado de su madre y apropiado.
Las búsquedas
Se trata de un caso muy particular, dado que durante muchos años se sabía que el hijo de Hugo Castro había sido apropiado luego de que su mujer diera a luz en la ESMA, pero faltaba la información acerca de quién era ella. Recién en 2000, por una investigación de la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (Conadi) y las declaraciones de los sobrevivientes de la ESMA quedó confirmado que la mujer mencionada en las denuncias como \"Ana de Castro\" era Ana Rubel de Castro. Fue entonces que la hermana de Ana, Perla Rubel, se comunicó con su prima Delia Susana Horowitz, quien había sido la última persona en estar con ella antes de que la secuestraran. Delia le ratificó que ese día, 17 de enero de 1977, Ana le había contado que estaba embarazada.
Como los padres de Ana ya habían fallecido, a pedido de Abuelas se realizó la exhumación de sus cuerpos para obtener material genético e incorporarlo al Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG). De esta manera, en 2008 pudo completarse el perfil del grupo familiar Castro-Rubel.
El hijo de Ana Rubel y Hugo Castro decidió indagar sobre su identidad en agosto de este año. Fue a los pocos días de conocerse la restitución de Ignacio Guido Montoya Carlotto, cuando una persona cercana a la familia que lo crió se animó a confesarle que no era hijo de quienes decían ser sus padres. Él nunca había dudado de su identidad ni había sospechado que podía ser hijo de desaparecidos. Esa información, que le ocultaron durante 37 años, permitió la semana pasada encontrarse con su verdad y su familia.
Cuando el nieto se enteró de esto, el hombre que lo crió le confesó que se lo entregaron en el Hospital Pedro Elizalde. Le contó que dos personas entraron con un bebé prematuro en brazos y, como nadie lo reclamaba, se lo quedó y lo inscribió como hijo propio.
Con esta información, el hijo de Ana y Hugo se acercó a Abuelas de Plaza de Mayo el 16 de octubre último para comenzar la búsqueda sobre su origen. Fue recibido por miembros del equipo de Presentación Espontánea de la institución, quienes después de escuchar su historia, encontraron elementos suficientes como para derivarlo a la Conadi. Allí continuaron la investigación y solicitaron el estudio de ADN al BNDG.
El jueves último, la Conadi informó el resultado al joven que recibió la noticia con alegría y tranquilidad, pudo contactarse con su familia y visitó nuestra sede para brindar como en cada restitución.
Fue un deseo expreso del nuevo nieto cumplir con este rito de la conferencia de prensa para dar a conocer la restitución de su identidad, ya que para él es sumamente importante que se difunda que hasta que no saber que no era hijo de quienes lo criaron, nunca sospechó que podía ser uno de los casi 400 nietos que estamos buscando.
Esperamos de corazón que esta noticia empuje a quienes cuentan con datos sobre nuestros nietos, a romper el silencio. La verdad, lejos de causarles un daño, los hace libres.
Fuente: Abuelas
Autor/a: Abuelas
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